Una vez finalizados sus estudios en El Puerto, se trasladó a Sevilla, donde cursó Filosofía y Letras y Derecho concluyéndolos en 1901.
Finalizados sus estudios universitarios, el autor se trasladó a Madrid movido por dos objetivos: obtener el título de Doctor en Derecho y abrirse camino en el mundillo teatral. Al poco tiempo de establecerse en la capital de España, comenzó a trabajar impartiendo latín, griego y hebreo, entrando posteriormente en el bufete de D. Antonio Maura.
En una de las tertulias a las que habitualmente asistía, Muñoz-Seca conoció a Sebastián Alonso, con quien estrenó El contrabando en el Teatro Lara en 1904. En 1908 consiguió un puesto en la Comisaría General de Seguros, dependiente del Ministerio de Fomento. Poco después contrajo matrimonio con Dª. Asunción Ariza Díez de Bulnes, con quien tuvo nueve hijos.
Paralelamente, el comediógrafo comenzó a colaborar en revistas que se encontraban entre la prensa más prestigiosa de España a principios de siglo: “Blanco y Negro”, “La Ilustración Española y Americana” y “Nuevo Mundo”.
A partir de 1911, la figura de Muñoz-Seca se consolida como autor teatral y empieza a colaborar con diversos autores destacando, entre ellos, Pedro Pérez Fernández a quien conoció en 1911. La primera obra conjunta de los dos se tituló Por Peteneras y la colaboración de ambos se sitúa por encima de las 100 obras. Otro colaborador importante será Enrique García Álvarez. En 1914 estrenan Fúcar XXI, obra escrita en común por los tres autores.
Pedro Muñoz Seca con Pedro Pérez Fernández
Se iran sucediendo estrenos y éxitos importantes: Trampa y Cartón (1912), El roble de la Jarosa (1915), Los cuatro Robinsones (1917), El rayo (1917), etc...
La venganza de don Mendo con el subtítulo de “caricatura de tragedia en cuatro jornadas, escrita en verso, con algún que otro ripio”, se estrenó el 20 de diciembre de 1918 en el Teatro de la Comedia. Es la obra maestra de Muñoz-Seca y parodia al teatro romántico, tan en boga en los escenarios españoles de principios de siglo. De esta genial obra merece destacarse la calidad y variedad de la versificación y el gran dominio de los recursos humorísticos.
Tras el estreno de La venganza de don Mendo, su popularidad alcanzó las cotas más altas y su producción teatral fue muy abundante, cosechando grandes éxitos: La pluma verde (1922), Los chatos (1924), La tela (1925), Los extremeños se tocan (1927), todas estas obras en colaboración con Pérez Fernández. En su obra hay una cierta evolución porque abandona el costumbrismo de los Quintero y se afianza en la astracanada con cierto acercamiento a la alta comedia.
Muñoz-Seca, monárquico convencido y con amistad con Alfonso XIII, no ocultó su postura tras el advenimiento de la II República en 1931. El número de obras estrenadas disminuye, pero no el éxito: La Oca (1931), La voz de su amo (1933), Anacleto se divorcia (1932), La EME (1934), La plasmatoria (1935). En estas obras predomina la alta comedia astracanada y la comedia de salón con elementos culturales, posiblemente en respuesta a la crítica.
Pedro Muñoz Seca con el Rey Alfonso XIII y Tirso Escudero en el Teatro de la Comedia
Ni la férrea crítica de su tiempo, ni la posterior, niegan el ingenio, la gracia inimitable, la capacidad de comunicación y su dominio de la “carpintería teatral” en la que fue un auténtico maestro. La gran aportación del teatro de Muñoz-Seca, está en la ruptura que supone el astracán y en el precedente del teatro del absurdo, que se desarrollará en la posguerra española gracias a figuras como Miguel Mihura o Jardiel Poncela.